Antes de estar en este predicamento, sentía que era inmortal, que la fiesta duraría para siempre, que las amores de una noche siempre estarían ahí. Yo no sabia de que tras la camaradería de la borrachera se escondía un peligro tan grande.
Bien vestido y con aspecto formal, puede darme cuenta, a lo largo de la fiesta como la dignidad se esfuma mas rápido que un cigarrillo encendido, trago a trago los vi transformarse en seres viles que solo obedecen a las pasiones mas oscuras del corazón.
Carlos era mi nombre, y Juan el de mi hermano, aleluyo como pocos cada que tenía oportunidad me hablaba acerca de un tipo llamado Jesús, el Cristo que derramo su sangre para que la humanidad se salvara, y que estaba esperando que yo aceptara su pago. Como odiaba a mi hermano, siempre lo trate como a un idiota que no disfrutaba de la vida, por seguir lo que decía un libro. Salía de la fiestas hasta estar bien pitimo, manejaba en ese estado. El idiota de mi decía "así manejo mejor" poco tiempo duro el gusto, al quererme pasar un alto, solo escuche un claxon, y después un vacío, ahora aquí desangradome por el accidente, en este momento donde la muerte viene a llevarme pido a Jesús que me perdone por mis fechorías, nose si el acepte peticiones de ultimo minuto.
Después de unos segundos me cuesta mas trabajo respirar, inútilmente los paramédicos tratan de ayudarme, y en ese ultimo instante, veo a un hombre, aunque no logro distinguir su rostro y solo escucho una simple oración; "por haberle creído a tu hermano acerca de mi, de cierto te digo que hoy estarás en el paraíso"...
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