Materialismo Histérico

Si me daba por invitarla al cine la cuota era de quinientos pesos, con derecho a sala VIP, un chocolate, un refresco mediano, estacionamiento, diez litros de gasolina y una amena conversación de quince minutos al termino de la película. Y si después de esa salida me interesaba aun volver a verla, por un pago adelantado de mil pesos se dejaría invitar a comer. Y a la tercera cita podíamos cenar por la misma tarifa, primer beso incluido.

Sus sistema era un antídoto contra el machismo: a cualquier lugar que fuéramos, seria solo ella quien sacara la cartera.

¿Era justo que exprimiera de esa forma tan cínica a quien solo se interesaba en conocerla, y eventualmente hacerla sonreír?

A veces, cuando nuestros amigos hablaban sobre los nobles sentimientos que los unen a sus queridas parejas, les digo que el amor es una deuda que crece cada día pero nunca se acaba de pagar. Oigo entonces a sus esposas suspirar hondo, esnoñadamente, como hace todo el mundo cuando mira pasar a una quimera.

Uno echa a andar las soluciones impensables cuando sus ambiciones han sido sustituidas por algún crudo instinto de supervivencia.

La verdad es aquella mercancía que carece de precio.

El pino navideño es incapaz de comprender la utilidad presunta de su martirio.

No me lo diga; apúntelo. Acuérdese que mientras dure esta consulta mis problemas y los suyos tenderán fatalmente a confundirse. No dudo que a esta hora tenga suficientes elementos para concluir que soy un caso grave, y por lo tanto necesito un tratamiento intensivo.

nadie jamas sospecha de un fantasma.

¿Quien puede ser amada profunda y sabiamente por un pelafustán que no es capaz siquiera del gesto elemental de liquidar sus deudas?

Decirle a besos cosas que uno comúnmente no le cuenta al psiquiatra, ni al confesor, (ni siquiera a la almohada, con sus plumas de amplisimo criterio). cosas que a veces pero muy a veces, se sueltan a la hora de la extremaunción.

La muerte es una ventana demasiado alta. Nadie pude asomarse, ni quien sepa que diablos hay del otro lado.

Ese es el miedo con el que algunos crecemos: que al morir simplemente dejemos de existir.

Materialismo Histérico de Xavier Velsaco










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