No me llames sabio a menos que llames sabios a todos los hombres. Soy un fruto todavía no Maduró que cuelga de la rama, y todavía ayer no era más que un capullo de flor.
La noche la que os guía a la casa donde la vida esconde sus tesoros.
Una mujer puede ocultar su rostro tras una sonrisa.
Si quieres escribir debes poseer en tu corazón sabiduría, arte y fantasía: la sapiencia de la música de las palabras, el arte de ocultar con la sencillez el artificio, y la magia de amar a tus lectores.
Cuando un hombre toca la mano de una mujer, los dos toca el corazón de la eternidad.
Citas del libro: El jardín del Profeta y Arena y espuma de Gibrán Jalil Gibrán
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